'El Guardián de las Monarcas': ayudar al sol

Tengo muy grabado el recuerdo de mi padre diciéndome, cuando niño, que todos y todas nosotras nacimos con el mismo propósito: ayudar al sol a iluminar el mundo. No pude pensar en otra cosa mientras vi El Guardián de las Monarcas, el reciente documental de Netflix sobre la historia de Homero Gómez, activista ambiental que defendió a capa y espada a las mariposas de los crímenes de un sistema podrido. 

Escribo hoy entre lágrimas. La historia empieza con mariposas en un viaje constante entre México y Canadá, que en los últimos años han sido, también, víctimas de la crisis política de Michoacán. Mariposas que encontraron en Homero a su más fiero guardián: un hombre dispuesto desde siempre a jugarse la vida por su comunidad, por su familia y por su tierra. 

No hay forma de spoilear esta historia, porque esta es la historia de cualquier persona buscando justicia en México. Este no es un documental que haya que ver por el gusto de verlo. Es uno que —como ya he dicho en otras historias— hay que ver porque es nuestra responsabilidad. Porque no podemos darnos el lujo de intentar vivir fingiendo que estas cosas no pasan. 

Narrativa redonda sin perder la seriedad

Cuando veo películas basadas en historias reales, digamos bio-pics, siempre las miro con cierta dosis de escepticismo. Porque contar una historia implica resolver ciertas necesidades narrativas que la realidad no puede —ni debe cumplir—. Con los documentales es un escepticismo diferente, pero no puedo evitar mantenerlo. 

El Guardián de las Monarcas me pareció brillante, porque encontró una forma de ordenar la historia, manteniéndola fiel a sí misma, y aún así manteniendo una estructura convencional —con sus tres actos y siete pilares— que la hacen funcionar e involucrarte como si no fuera un documental. Encontraron una forma de que cada componente importante de la historia de Homero abordará un pilar clave de toda narrativa.

 Construye un mundo ordinario: las mariposas, su viaje y cómo Homero aprendió a cuidarlas. Un momento incidental, que sirve de catalizador a la historia: el crimen organizado, la tala ilegal y la industria aguacatera ponen en riesgo a las Monarcas y sus bosques. El final del primer acto, cuando el héroe acepta y se embarca en la aventura: Homero sabe y decide luchar por su causa.

Midpoint, la falsa victoria: Homero consigue la atención nacional e internacional, generando un impacto real en la causa. Final del segundo acto, todo está perdido: Homero es desaparecido y asesinado, dejando su cuerpo en un pozo de agua. Clímax: una investigación sin resultados, impune y ofensiva refleja lo que sufre tanta gente que intenta hacer un cambio en nuestro país. Desenlace: hoy las mariposas están en peligro de extinción, el crimen organizado en Michoacán está desatado y, probablemente lo más importante, la comunidad de Homero sigue su lucha, manteniendo viva la esperanza. 

Una persona es todo México

Hay muchas decisiones detrás de cómo contar El Guardián de las Monarcas que me parecen inteligentes, necesarias y francamente brillantes. Aún así, lo que más tengo que reconocerle es la forma en que logra hacer que la figura de Homero se convierta en el rostro de lo que es luchar por la justicia en México. 

Retrata, en un inicio, a Homero como un hombre amoroso, divertido y siempre dispuesto a jugarse la vida por su comunidad. Como quien se adentra al bosque a confrontar narcotraficantes para defender sus árboles y como el padre que no se cansó de decirle a sus hijos que los ama. 

Y a partir de eso dibuja lo que es México: el país más peligroso del mundo para ser activista ambiental. Un lugar en el que la justicia es sueño guajiro, ante un sistema corrupto, negligente y vergonzoso. Pero también un lugar en el que siempre, siempre, nacerá alguien dispuesto a luchar por lo que es correcto. 

Por ayudar al sol a iluminar el mundo.