Espacios sin condiciones: la experiencia queer en las fiestas decembrinas
La temporada decembrina de celebración no es sinónimo de espacios seguros y acogedores para todas las personas. Sin embargo, es algo que puede cambiar con un simple gesto.
Espacios sin condiciones: la experiencia queer en las fiestas decembrinas
La temporada decembrina de celebración no es sinónimo de espacios seguros y acogedores para todas las personas. Sin embargo, es algo que puede cambiar con un simple gesto.
Las fiestas decembrinas siempre han sido presentadas como un momento de unión y alegría. Para muchas personas, son días de reencuentro y celebración que evocan calidez y nostalgia. Sin embargo, para quienes pertenecemos a la comunidad LGBTQIA+, estas fechas pueden ser todo lo contrario: un recordatorio doloroso de exclusión, conflicto y, en muchos casos, violencia.
Para mí, las reuniones familiares de fin de año son como caminar en un campo minado. Estar en esos espacios implica lidiar con preguntas incómodas, silencios tensos y comentarios directamente hirientes. Se hacen "bromas” que pueden parecer insignificantes para algunxs, pero que generan un malestar que dura toda la noche. Decir la verdad sobre mi identidad o mis relaciones no siempre es una opción, las reacciones pueden ir desde el rechazo hasta el inicio de un drama familiar. En estos ambientes, la autenticidad se siente como un lujo.
Muchas personas que no pertenecen a la comunidad LGBTQIA+ desconocen lo complicado que puede ser existir en un espacio donde no eres aceptadx por completo. En mi experiencia, las dinámicas familiares suelen reforzar la idea de que algo en mí está "mal". Los comentarios despectivos de un tío, las miradas incómodas al hablar de mi orientación sexual, o incluso el silencio de aquellxs que me quieren, pero no saben cómo defenderme terminan haciendo de las fiestas decembrinas una experiencia sumamente solitaria.
Para algunas personas LGBTQIA+, asistir a estas reuniones no es sólo incómodo, sino directamente peligroso. Muchas personas han sido agredidas física o verbalmente durante estas fechas. Para ellxs, la "opción segura" es evitar a la familia por completo, aunque eso implique pasar estas fechas en soledad. Y esta soledad, aunque elegida, también duele. Aunque ésto se percibe como un acto de autonomía, no deja de ser una consecuencia de la intolerancia y discriminación sistemática a la que somos sujetxs. Estas vivencias son un recordatorio de que no todxs podemos habitar un espacio seguro para disfrutar las festividades. Para muchos de nosotrxs, las festividades decembrinas sólo nos exponen a prejuicios y violencia.
A las personas que no pertenecen a la comunidad LGBTQIA+ quiero dejarles una invitación: reflexionen sobre qué pueden hacer para que las personas LGBTQIA+ de su entorno se sientan vistas, escuchadas y respetadas. Tal vez una pregunta o un gesto de solidaridad pueden marcar una diferencia inmensa. Las fiestas decembrinas no deberían ser un espacio de sufrimiento o exclusión para nadie.
Para quienes comparten mi experiencia, les mando un abrazo solidario. Estas fechas no son fáciles, pero no están solxs. Aunque nuestras historias estén plagadas de desafíos, también están llenas de resistencia y comunidad. La familia también se escoge y el espacio que ofrecen estas fechas puede ser uno de celebración, en donde podamos ser nostrxs mismxs sin miedo ni condiciones.