Festivales, drogas y seguridad

El consumo de sustancias psicoactivas es una realidad que escapa de los marcos jurídicos y políticos existentes. Sin embargo, pocas acciones institucionales están enfocadas en reducir los daños a la salud, fomentar la educación y el control de riesgos.

Los festivales de música y conciertos masivos son populares en gran parte por la euforia colectiva que se vive en ellos. Escuchar a nuestro artista favorito a todo volumen y con muchos estímulos visuales provoca altos niveles de dopamina y serotonina. Y muchas personas buscan potenciar este efecto con el uso de diversas sustancias, desde drogas legalizadas como el alcohol hasta todo tipo de drogas ilegales. Ante esta situación es interesante revisar las dinámicas de consumo que se dan en el interior de los recintos y que muchas veces escapan de la realidad jurídica y política que se vive afuera. 

Más allá de las leyes, el debate casi siempre se sitúa en dos extremos: el permiso de consumo, argumentando el libre desarrollo de la personalidad, o la prohibición absoluta, argumentando la prevención de adicciones y daños a terceros. Aunque ambas posturas son tan aceptables como cuestionables, las políticas públicas y marcos jurídicos en realidad han obedecido históricamente a lógicas mercantilistas e intereses políticos por encima del bien común y la salud pública. Son pocos los ejemplos que han optado por otras propuestas que no se basan ni en el consumo desmedido ni en el prohibicionismo absoluto, sino que implementan políticas de control de riesgos, atención a personas con adicción y regularización de las sustancias.

En México se prohíbe el ingreso de estupefacientes a los conciertos y festivales; sin embargo, acceder con sustancias es más fácil que acceder con comida o con una botella de agua. La seguridad de conciertos y festivales se deslinda de toda responsabilidad por consumo de drogas y estupefacientes. No incurren en ningún acto ilegal, pues oficialmente no permiten su ingreso, cuentan con controles de seguridad y no venden al interior ninguna sustancia ilegal. No obstante, el abuso de drogas y estupefacientes es una realidad que no se puede ignorar.

Como respuesta a esta realidad, la sociedad civil ha generado nuevas propuestas para el control de consumo durante los eventos. En muchos casos son organizaciones que han optado por este tipo de gestión basado en la reducción de daños de personas consumidoras de drogas. Por ejemplo, Nido es un equipo de psicoterapeutas y personas especializadas en el cuidado psicodélico con presencia en varios festivales y eventos en México que acompañan a personas que están teniendo una experiencia difícil tras el consumo de sustancias psicoactivas. Buscan crear un entorno seguro para consumidores de sustancias y también para la seguridad de los no consumidores. Se centran en minimizar riesgos, atención plena, ética para garantizar seguridad y bienestar en festivales.  

Por otro lado, también existe la organización Checa tu sustancia, que es un servicio de análisis de sustancias con enfoque de reducción de riesgos y daños, salud comunitaria y gestión dirigido a personas usuarias de sustancias psicoactivas en México. Es un programa del Instituto RIA, Organización mexicana que también hace investigación e incidencia en política de drogas. Tienen presencia en festivales y conciertos, donde las personas consumidoras pueden evaluar la pureza de sus sustancias y evitar que contengan algo que no desean consumir. Estos mecanismos se han implementado en diversos lugares del mundo y han dado buenos resultados. De acuerdo con el psicofarmacólogo Anton Gomez- Escolar, hay muchas personas que optan por no consumir sustancias tras evaluar la composición y determinar que no es pura.

Aunque esta forma disruptiva de atender el consumo de drogas puede resultar controversial, considero que es un buen mecanismo para disminuir las posibilidades de daños a la salud. Debe entenderse que ninguno de estos programas incentiva al consumo, pero para bien o para mal el uso de drogas en estos espacios está normalizado y es muy habitual. Hay dos caminos: el de la supuesta prohibición que, como ya mencioné, solo es en papel o el otro camino que es desestigmatizar el consumo, quitar los tabúes en el entorno y atender la situación de manera consciente y responsable.

Definitivamente el consumo de drogas de manera indiscriminada puede tener graves daños sociales, pero la experiencia ha dejado claro que el prohibicionismo no ha funcionado. Iniciativas como las mencionadas anteriormente son un buen ejemplo de acciones en favor de la educación, información y control de riesgos de personas consumidoras y no consumidoras.

SOBRE LA AUTORA

Abogada por la Universidad de las Américas Puebla. Co-creadora del podcast Mundo En Corto. Me he desempeñado en derecho corporativo internacional, propiedad intelectual, y derecho digital. Mi línea de investigación y acción son los derechos humanos con perspectiva de género interseccional. Me motiva aprender, cuestionar, desaprender y entender todo lo que me rodea de manera interdisciplinaria.