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Por un papa woke
El cónclave próximo a realizarse se enmarca en un clima geopolítico lleno de polarización. ¿La Iglesia continuará con las reformas que llevó a cabo el papa Francisco o preferirá resguardarse en políticas conservadoras?

Pexels: Aliona & Pasha
¿Tomará la Iglesia el mismo camino que está tomando la política y la sociedad y regresará las políticas conservadoras?
Esa es la pregunta que está en la cabeza de cualquier persona que tenga interés por los derechos humanos, a esas a las que ahora llaman “woke”. José Mario Bergoglio, mejor conocido como el papa Francisco, destacó en varios aspectos. Fue el primer papa latinoamericano, jesuita y uno de los primeros en rechazar ciertos aspectos conservadores de la iglesia —claro, como todo, con sus claroscuros—.
Durante su papado, Francisco mostró posturas contradictorias en temas clave. Por ejemplo, afirmó que la Iglesia debía acoger a todas las personas, sin importar su orientación sexual, pero rechazó el matrimonio igualitario y la adopción por parejas del mismo sexo, considerándolas contrarias al “plan de Dios”. En 2013, ya como papa, participó en una marcha antiaborto y defendió los derechos “desde la concepción”.
En 2025 nombró por primera vez a una mujer como prefecta en el Vaticano, aunque se mantuvo firme en su negativa a la ordenación femenina, respaldándose en Juan Pablo II. En cuanto a los abusos dentro de la Iglesia, Francisco sí impulsó cambios estructurales. Reformó el código canónico para sancionar no sólo a los agresores, también a quienes los encubren y promovió comisiones especiales para investigar estos casos, buscando erradicar lo que él mismo llamó “la cultura de la impunidad”.
Si bien, para algunas personas esto fue insuficiente, el papa Francisco trabajó con el sistema desde adentro y logro algunos aciertos, entre ellos, acercarse un poco más a las juventudes y tener una visión ligeramente más abierta en temas fundamentales para la reforma de la Iglesia.
Esto nos lleva a preguntarnos qué va a pasar ahora. Si algo nos dice la historia es que las predicciones respecto a quién va a ser el sucesor suelen ser poco acertadas; aunque hay algunas personas que se perfilan como fuertes contendientes al papado.
Se habla de Pierbattista Pizzaballa, un italiano de 60 años que es uno de los oficiales más importantes en temas de Medio Oriente. Aunque su tiempo como cardinal es relativamente nuevo (2023), su experiencia en una de las temáticas más relevantes de ahora le ha hecho ganar cierta prominencia. Asimismo, se ha alejado de las polémicas relacionadas con la doctrina, por lo que se piensa que esto le ayudaría a tener los dos tercios necesarios para ser elegido.
Por otra parte, esta Pietro Paolin de 70 años, quien se considera como la mano derecha del papa Francisco y estaba encargado de revisar los asuntos internos de la Iglesia y ser consejero de política exterior. Se considera como una persona esencial en la creación de las relaciones que se han construido desde el Vaticano con China y Vietnam.
Luis Antonio Tage, de 67 años, originario de las Filipinas, sería el primer papa asiático y uno de los más liberales. Su enfoque está bastante en línea con el del papa Francisco y su enfoque es poner más atención en aquellas personas pobres y en países en vías de desarrollo, donde ha vivido y trabajado.
Dentro de esta misma línea, se encuentra el cardenal Matteo María Zuppi, un italiano de 69 años. Tiene una visión similar a la del papa Francisco y ha mostrado su apertura a migrantes, diversidad sexual y otras comunidades en situación de vulnerabilidad.
Como uno de sus contendientes más conservadores, se encuentra el cardenal Fridolin Ambongo, de 65 años. Sin embargo, de llegar, él sería el primer papa del continente africano. El cardenal Ambongo fue uno de los opositores del papa Francisco sobre bendicir a parejas homosexuales en 2023.
En el mismo espectro conservador se encuentra el cardenal Peter Erdo, de Hungría, con 72 años y un experto en la ley Canónica. Se ha mostrado en contra de temas relacionados con divorcio y migración. Una de las cosas que ha dicho es que busca que la Iglesia “cuide su flama” de la fe tradicional.
Como podemos observar, existen diferencias entre los que se consideran como los contendientes más fuertes para alcanzar el papado en temas esenciales para la sociedad, la política y la cultura, en un momento social con fragmentación y polarización. Por lo tanto, la decisión que se tome tendrá un impacto verdaderamente importante para la historia contemporánea. ¿Rompemos con la reforma que ya se creó o continuamos intentando romper con los valores tradicionales de la Iglesia?