Post-House of the Dragon: ¿Se les olvido la historia o que?

La segunda temporada de House of the Dragon me supo a poco. Y no se si eso me molesta mas que si solo hubiera sido mala.

Post-House of the Dragon: ¿Se les olvidó la historia o qué?

La segunda temporada de House of the Dragon me supo a poco. Y no sé si eso me molesta más que si sólo hubiera sido mala.

La segunda temporada de House of the Dragon (HOTD) me supo a poco. Y no sé si eso me molesta más que si sólo hubiera sido mala. Porque si hubiera sido el caso, me enojo, hago corajes y ya, vamos a la siguiente serie. Pero hubo cosas que sí me gustaron, destellos de potencial y temas interesantes, y eso me molesta porque significa que tuvieron todo para contar una gran historia y decidieron no hacerlo. 

A ver, me sigue gustando más que la primera temporada, pero creo que en la primera al menos se dieron la oportunidad de hacer una historia redonda: Una telenovela con dragones. Esta vez (más allá de que su pinche final hizo que la serie se sintiera más un trailer de ocho horas que una temporada) abrieron más aristas de las que pudieron cerrar. En pocas palabras: el que mucho abarca, poco aprieta. 

En corto: El caldo de la Danza de los Dragones empieza a hervirse. Ya se mataron hijos, ya empezaron a hacer estrategias, alianzas, ¡Alicent y Rhaenyra quieren ser prudentes y entienden que en realidad ya todo se fue a la ñonga… todos se preparan para la batalla! Y, más allá de una escena de drago-guamazos, no pasa nada. O sea, sí pasa, pero se siente que no, precisamente porque no hay historia. 

Sin esqueleto no hay historia

Una gran historia no necesita ser impresionante para ser buena. Necesita una estructura temática, un propósito, y eso es lo que le faltó a la segunda temporada de House of the Dragon. ¿Qué me quieres decir con todo esto? Todos estos conflictos, personajes, situaciones: ¿para qué? 

¿Me quieres contar una historia sobre mujeres que, para superar las estructuras hegemónicas tienen que romperlas, en vez de adaptarse? Hay hints de eso… pero se queda corto. ¿Me quieres contar una historia sobre cómo los conflictos de los poderosos terminan jodiendo solamente al pueblo llano? Hay hints de eso… pero me sabe a poco. ¿Estás buscando una historia sobre cómo en este mundo no hay buenos ni malos? Algo hay de eso… pero no lo suficiente. 

Y esa es la principal diferencia con los libros y con las primeras cuatro temporadas de Game of Thrones (GOT): Que George R.R. Martin entiende a la perfección que la historia debe tener un tema. ¿En GOT? No importa que hagas todo by the book, aún así puedes perder. Y que, incluso en un mundo injusto, sí existen formas de hacer el bien. 

Reflexiones sobre la audiencia

Me parece que la forma en que recibimos las historias que consumimos, sobre todo cuando son tan mediáticas como HOTD, me parece de lo más relevante y necesario de analizar. 

Tal vez porque se vio superada por una gran mercadotecnia basada alrededor del #TeamGreen vs #TeamBlack, pero me pareció que nos fue muy fácil pasar por alto las cosas de verdad interesantes que la serie tuvo que ofrecer (de nuevo, más por coincidencia que por intención). 

El caso más claro es el desarrollo que tuvo Daemon (Matt Smith) durante esta temporada, que fue algo de lo más criticado. Desde la temporada pasada detesté la facilidad con la que la audiencia alabó a un personaje tan abiertamente horrible (también yo estoy en una época en la que quiero más Ted Lassos y menos morales grises). Pero para mi sorpresa, esta temporada lo hicieron sufrir para redimirse. Y esto tiene un significado brutal: incluso en la ficción, ser de la ñonga tiene un precio… y no gustó. Tampoco gustó que trataran de construir personajes cautos, conscientes de los riesgos de sus acciones. 

Personalmente, me hubiera gustado ver más de eso, pero bien hecho, no a medias un poco de todo. 

No sé si quiero llegar a alguna conclusión con esto. En general, pensando en audiencias, me llevo más preguntas que respuestas. Sin embargo, me parece que son preguntas que vale la pena hacernos. 

SOBRE EL AUTOR

E. Hauvery Cetina Karsten es un escritor y guionista mexicano, apasionado del cine y la comedia. Escribió el libro de poemas Nuestro sueño estéril y dirigió el cortometraje Casa Vacía