Salí catfisheado del cine con Alien: Romulus

Si bien el primer acto de la nueva entrega de Alien da a entender que esta película será una maravilla... luego nada.

Salí catfisheado del cine con Alien: Romulus 

Si bien el  primer acto de la nueva entrega de Alien da a entender que esta película será una maravilla… luego nada.

Tenía muchas ganas de ver la nueva entrega de Alien. Sobre todo porque la primera película, la original, es por mucho una de mis favoritas. Esta vez no decepcionó… durante el primer acto. Y sí, me hizo gritar de emoción con las referencias a la cinta de 1979, me mantuvo embobado con lo bien construido que está el ecosistema de la colonia y las temáticas que presentó. Todo ese primer acto dejó el setting ideal para ser una joyita. Aún así salí de la sala con un mal sabor de boca. 

En corto: Rain Carradine vive con su hermano adoptivo, Andy (un humano sintético reprogramado) en una colonia minera, sin sol, sin derechos laborales y plagada de violencia. Cuando su solicitud para migrar al sistema Yvaga es negada porque la compañía necesita explotarla todavía más, su ex la convence de ir a una estación espacial abandonada en la órbita de la colonia, para buscar una forma de poder escapar por su cuenta. Y ahí ya todo se va a la ñonga. 

Buena premisa sin punchline

Como dije: El primer acto me convenció de que esta película iba a ser una maravilla. Construyó una premisa súper interesante, con metáforas muy interesantes del fenómeno migratorio, de lo atroz que es este sistema corporativo voraz en que vivimos; presenta personajes complejísimos, con un potencial de desarrollo brutal; construye un espacio inmejorable para el horror y la acción… y luego nada. 

Una vez entrados al segundo acto, en vez de una narrativa sólida (que ya tenían bien establecida), se privilegia un factor “wow”, una suerte de “uhhh, ¿y si ahora le ponemos esto?” o “Ponle un poco de esto, se va a ver bien cabrón”. Y no llega a nada. Diluye la estructura del guión, quitándole carnita y momentum a los momentos importantes a un grado en que, al llegar los créditos, poco lugar me quedó para disfrutarla. 

¿Y para qué tanta salsa? 

A ver, tal vez yo estoy muy clavado con la idea de un theme que una y le dé sentido a las historias. Igual y ese no es el chiste y sólo hace falta una película que emocione por ver muchos monstruos, balazos y jumpscares. Y a veces sí disfruto esas historias. No en Alien.

Sobre todo porque lo que más disfruto de la ciencia ficción en general es su potencial para decir cosas complejas e importantes de forma que se sientan naturales. Es uno de los pilares centrales del género (los reto a intentar contar Star Wars sin política). 

Y eso mismo me emocionó muchísimo al empezar a ver la película. La clara referencia que hace al riesgo mortal que es migrar en busca de una vida mejor o las preguntas que presenta sobre qué significa ser humano (el personaje de Andy, el humano sintético, por ejemplo, me parece el mayor desperdicio de la cinta). Sentir que al final esos conceptos se sintieran más accidentales, más un “esto debe tener una buena historia” como token en vez de un discurso real… no sé. 

He escuchado a muchos fans de la franquicia celebrar muchísimo esta película. Quién sabe, tal vez sí es razón de celebrar. En lo personal, sin embargo, me hubiera gustado usar esas dos horas para volver a empezar La leyenda de Aang

SOBRE EL AUTOR

E. Hauvery Cetina Karsten es un escritor y guionista mexicano, apasionado del cine y la comedia. Escribió el libro de poemas Nuestro sueño estéril y dirigió el cortometraje Casa Vacía