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The Boys: Cuarta temporada, bano de realidad

Al fin llego la cuarta temporada de The Boys y es sorprendente que sigue encontrando la forma de mantenerse fresca y vigente.

The Boys: Cuarta temporada, baño de realidad

Al fin llegó la cuarta temporada de The Boys y es sorprendente que sigue encontrando la forma de mantenerse fresca y vigente.

Al fin llegó la cuarta temporada de The Boys (lleva tres capítulos en Prime) y sigo sorprendido de cómo esta serie (que de por sí ha sido un revulsivo para el género de superhéroe desde que se estrenó en 2019) sigue encontrando la forma de mantenerse fresca, sorprendente y vigente. 

En corto, la historia toma lugar en un universo en el que ¡los superhéroes son reales! Y una compañía, Vought, se dedica a manejar sus relaciones públicas, películas… y tranzas gubernamentales que harían a Javier Duarte parecer nuevo. En realidad, resulta que estos héroes, liderados por un supermanesco Homelander, son unas divas, crueles y sádicas, enfermas de poder. Y un grupo de aparentes antihéroes, problemáticos y proporcionalmente sádicos, The Boys, liderados por Butcher, decide hacerles cara (echándose a varios de ellos en el proceso). 

La tercera temporada terminó cuando Homelander asesinó a sangre fría a un cristiano y, en vez de ser condenado por ello, se entera de que el público lo vitorea y celebra (dejándonos un gran meme, de paso). Ahora retomamos la historia mientras espera un juicio por asesinato, y una súper coludida con él está en la boleta para ser vicepresidenta de Estados Unidos. Y más o menos eso. Me faltan muuuchos personajes y muchos arcos, pero no tengo tanto espacio para eso. Así que vamos.

El tiempo de los caballeros de brillante armadura se acabó

Aunque antes del 2000 ya habíamos visto aproximaciones a los superhéroes en el cine, no fue hasta ese año que los X-Men lo establecería como el género que dominaría la industria en los próximos 20 años. Sin embargo, algo cambió con la llegada de The Boys, que puso en pantalla algo que, creo, en el fondo ya sabíamos: de existir, probablemente los superhéroes serían más victimarios que salvadores; que alguien bajo el nombre de Capitán América estaría más lejos de Steve Rogers y más cerca de Donald Trump. A eso súmale una buena dosis de gore (por desgracia en México lo sabemos bien, es también más real que las historias rebajadas), que lo acercan todavía más al día a día.

Y más allá de ser ese reflejo abstracto, la serie sigue acercándose más y más a nuestra realidad. Hace un claro símil entre Homelander y Donald Trump, cómo estos líderes abiertamente horribles que, pese a tener probadas atrocidades en sus manos, encuentran un nicho que los pone como mártires que van a salvar el mundo. Se burla de los grupos de ultraderecha en Estados Unidos y las mañas que tienen para mantenerse en el poder mediante la desestabilización de la población, abusando de un enojo generalizado… Vaya, si no fuera una serie respaldada por Amazon, hasta diría que hacen comentarios con propósito social. 

No puedo esperar a que Diego Luna y Gael García estrenen el Spin Off mexicano burlándose de tu tío clasista Xochilover no entendiendo por qué perdió el PAN, mientras un Eduardo Verástegui con superpoderes termina siendo la cara de la oposición. 

Ahora que lo escribo, más que expectativa me da miedo. 

Lo político sólo funciona con una buena historia 

Nadie va a disfrutar más que yo el que una historia asuma su componente político y decida explotarlo al máximo (créanme, muchos colegas ya están hartos de que en los workshops siempre pregunte “okay, pero ¿qué implica esto políticamente?”). Sin embargo, disfruto todavía más que ese componente no sea lo único que haga funcionar la historia. Este es el caso. No un universo que se presuma mediante personajes y narrativa, sino personajes y escritura inteligente que hacen brillar a eso más complejo, que bien se acomoda en un segundo plano. 

Ese es el caso aquí, que desde el primer episodio de la temporada no da descanso. Cada personaje, por simple o poderoso, tiene un conflicto interno congruente, y un arco balanceado. Y no es poco mérito: así de pronto, puedo contar por lo menos diez personajes, todos con proporcional tiempo en pantalla y momentos impactantes a la altura de cada uno de ellos. 

Hay que ver esta serie porque es una historia que camina de la mano con los tiempos que vivimos. No sé qué tan atemporal la vuelva esto, y cuán cercana se sienta al volver a verla en diez años (espero que el alzamiento de la ultraderecha sea cosa del pasado entonces), pero al menos ahora, me parece un buen “date cuenta” en la ficción, para quiénes aún no quieran ver lo surreal de nuestros tiempos. 

Eso sí, si te molesta ver sangre y tripas en pantalla, no te la recomiendo.  

SOBRE EL AUTOR

E. Hauvery Cetina Karsten es un escritor y guionista mexicano, apasionado del cine y la comedia. Escribió el libro de poemas Nuestro sueño estéril y dirigió el cortometraje Casa Vacía