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Trump, el conflicto Rusia-Ucrania y el cambiante orden mundial

¿Qué podemos esperar de la segunda administración de Trump frente al conflicto Rusia-Ucrania? Algunos puntos clave para entender su complejidad.

El orden mundial atraviesa una crisis sin precedentes y el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca podría ser clave en el reajuste de las políticas globales. Frente a las ambiciones rusas y el conflicto en Ucrania, las decisiones de Trump no sólo afectarán la política exterior de Estados Unidos, sino que podrían redefinir las dinámicas geopolíticas en las próximas décadas.

Durante su primer mandato, Trump adoptó una postura ambigua hacia Rusia, buscando reducir tensiones con Moscú. Su estrategia se centró en priorizar los intereses nacionales de EE. UU., con la idea de disminuir su rol como “policía mundial”, y destacando una visión aislacionista. No obstante, con algunos años de por medio, la guerra en Ucrania ha transformado la dinámica internacional. La invasión rusa no sólo amenaza la soberanía ucraniana, sino que desafía el sistema internacional basado en reglas —mismas que derivan de y a la vez apuntalan a Estados Unidos como líder mundial—. Instituciones y mecanismos clave como la OTAN y el Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP) se han vuelto actores cruciales en la contención de Rusia. Esto coloca a Trump en una situación difícil: si bien en su primer mandato buscaba evitar tensiones, la guerra en Ucrania ha puesto en peligro la estabilidad europea y el orden global mismo, lo que podría exigir un enfoque más firme y comprometido.

En este contexto, las estrategias de Trump 2.0 hacia Rusia podrían evolucionar. Si bien en su campaña Trump prometió “terminar la guerra en 24 horas” a través de negociaciones directas, este optimismo (¿simplismo?) ha sido reemplazado por un enfoque más realista: ahora sugiere un plazo de 100 días. Este ajuste refleja una mayor comprensión de las complejidades del conflicto y de sus repercusiones a nivel mundial. Aunque sigue inclinado hacia la negociación, el entorno podría forzarlo a adoptar una postura más agresiva.

Además, sus propuestas sobre la proliferación nuclear también han cambiado. Mientras en su “Project 2025” sugirió reanudar las pruebas nucleares, sorprendió a muchos al proponer conversaciones trilaterales con Rusia y China para reducir los arsenales nucleares. Esta iniciativa refleja consciencia sobre la renovada realidad de un mundo más peligroso, donde la amenaza nuclear vuelve a sentirse imperante.

Por su parte, Rusia enfrenta desafíos internos significativos debido a las sanciones y el desgaste por las bajas. A pesar de la creciente presión sobre Putin, el Kremlin sigue apostando por su influencia en Ucrania, el Cáucaso y Europa oriental. Si Trump opta por una política de desescalada, podría ofrecer a Rusia una salida negociada, pero las condiciones para esa paz siguen siendo inciertas (y seguramente con consecuencias serias para el orden internacional). Si, por el contrario, decide reforzar las sanciones o apoyar más activamente a Ucrania, el conflicto podría prolongarse aún más.

En medio de la incertidumbre frente al conflicto en Ucrania, Trump deberá equilibrar las promesas, las presiones internas por “America First” y la realidad del mundo en el que pretende robustecer la dominancia estadounidense. La precisa combinación de éstas, por la que se decante, bien podría marcar el orden mundial que vivamos en las próximas décadas.

SOBRE LA AUTORA

Alejandra López de Alba es Licenciada en Historia por la UNAM, Maestra en Estudios de Seguridad por la Universidad de Georgetown y Maestra en Comunicación por la Universidad de Johns Hopkins. Es asociada COMEXI e integrante de la Unidad de Estudio y Reflexión Rusia+.